Entradas

Se acaba el invierno

Ahora es cuando empiezo a sentir que se acaba el invierno. No porque los días sean cálidos, ni siquiera porque haya flores en las colinas. Ahora es cuando empiezo a sentir que el frío que me provocabas está desapareciendo. En mi cuerpo. En mis manos heladas. Aún me entra algún escalofrío cuando oigo hablar de ti, pero ligero y suave. Y no tarda en irse. Ahora es cuando siento que el verano es posible sin ti. Se acaba el invierno. Y tú, con él.

Muté

Me creí débil y me puse en blanco. Me quedé sin prisas, sin risas y sin cuestionarlo. Me creí débil y me seguí creyendo lo que decían. Me creí inmutable, pero muté. Ahora sé que nunca lo fui, pero creerlo me hizo crecer callando todo lo que ahora no dejo de decir.

Te dejo, ya dejé demasiado tiempo que me dejaras tú.

Te dejo. Dejo de mirarte, de buscarte, de esperarte. Te dejo que dejes de hacerlo tú. Dejo de intentar recuperar el tiempo perdido contigo. Lo dejo. Dejo de meterme en tus manos retorcidas. Debo dejarme caminar sin ti a mi lado. Dejo de seguirte. Te dejo ahora, porque para dejarte he tenido que entender que dejarme a mí no era una opción. Te dejo por mí, por ti y por todos mis compañeros. Te dejo así porque ni siquiera tuviste el valor de despedirte. Te dejo. No necesito no dejarte. Eres prescindible igual que todas las personas que nos han dejado, nos dejan y nos dejarán. Te dejo, ya dejé demasiado tiempo que me dejaras tú.

Tu olor en mi boca

Ya no hay donde comprar flores en la avenida. Y la cerveza ya no se enfría. Ni se calienta mientras me distraigo con tus manías. Ya no quedan luces en la guarida. Ni sirve de guía el amor. Ya no salpicamos los charcos como solíamos hacer. Ya no sé dónde se mete la esperanza de la niña que un día pude ser. Podría clavarte el aliento si quisieras. Sólo para que sepas cómo sabe tu olor en mi boca. Después de besarte todo parece menos amargo. Más benigno, menos caro. Cuando juegas al despiste, eres tú quien acaba perdiéndose el premio. Cuando no olvides que la felicidad no se fue, la echaste tú, te parecerás a ese niño que ahora desearía volver a jugársela por ti.

Mal bicho

Y ahora me abro en canal para dejar salir a todos esos demonios que he ido acumulando en este cuerpo. Y me cierro como una planta carnívora cuando veo algún mal bicho que viene a dejarme sin ramas.

Paraísos

Cuando aprendamos a quedarnos a pesar de las heridas será cuando estemos preparados para escapar. Muchas veces decidimos huir sin arreglarnos por dentro, esperando que en otro lugar vaya mejor. Pero lo que no entendemos es que nuestros actos y pensamientos no van acorde con nuestro sitio. Para disfrutar del viaje, primero tenemos que aprender a disfrutar en nuestro hogar. En el presente. Entendiendo que hemos de vivir con nuestro pasado, pero que no necesariamente tiene que ser una carga. Y que no podemos manipularlo. Y recordar que es ahora la única oportunidad que tenemos para poder modificarnos. El futuro aún nos queda grande. Centrarnos en el presente para avanzar bien. Y luego despegar. Sólo los cobardes huyen, los valientes vuelan. Vuelan para vivir más, pero no necesariamente mejor. Porque para eso somos nosotros los que hemos de cambiar, el lugar es lo de menos. Centrarnos en lo que se fue y lamentarnos constantemente por ello, recordar cómo era todo cada día, debilita nues

Matices

Él es como esas canciones que las escuchas una vez, no acaban de gustarte, pero sin saber por qué, vuelves a hacerlas sonar. Y poco a poco te van sorprendiendo más. Y más. Y más. Te van atrapando... Y al final entiendes que eran tan buenas que no bastaba con escucharlas un par de veces para interiorizar todo aquello que guardaban, todo aquello por lo que solo quiénes le dedicaran tiempo lograrían extraer el significado de cada nota. De cada matiz de cada sonido de cada cuerda de esa guitarra. De cada esfuerzo al arrastrar el dedo en el aire. De cada movimiento suave, delicado. De cada roce de los párpados cerrándose al cantar. Por eso él, era tan especial, pero pocas personas esperaban a su lado para descubrirlo.