Especie de diario sin identificar. Aquí publicaré textos ocultos en mi ordenador desde hace demasiado tiempo.
Mal bicho
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Y ahora me abro en canal para dejar salir a todos esos
demonios que he ido acumulando en este cuerpo. Y me cierro como una planta
carnívora cuando veo algún mal bicho que viene a dejarme sin ramas.
Enséñame a construir una hoguera. Sin mechero. Sin prisas. Enséñame a quemar esa madera mientras admiro el esfuerzo. Mientras empiezo a ser consciente del proceso. Enséñame a mirarla de frente, a no salir ardiendo. A que tampoco se me apague. Enséñame a entender la magia del fuego. Enséñame a curarme mirando esa luz que desprende, abrasando viejos recuerdos. Enséñame a quedarme a pesar de las cenizas. Enséñame a calmarme cuando ya no quede rastro de ella. Enséñame a mirar la luz de las llamas desde tus ojos. Enséñame que este es el calor más natural del mundo. Enséñame a quererlo y respetarlo. Enséñame a despertar cerca y lejos, a no rendirme ante el frío. A conseguir escapar cuando me atrape el pensamiento algún crujido. Enséñame a bailar alrededor del humo. Enséñame a mirarte a pesar del espectáculo. Enséñame a enseñarte que me pasaría la vida dejando brasas encendidas contigo.
Ahora es cuando empiezo a sentir que se acaba el invierno. No porque los días sean cálidos, ni siquiera porque haya flores en las colinas. Ahora es cuando empiezo a sentir que el frío que me provocabas está desapareciendo. En mi cuerpo. En mis manos heladas. Aún me entra algún escalofrío cuando oigo hablar de ti, pero ligero y suave. Y no tarda en irse. Ahora es cuando siento que el verano es posible sin ti. Se acaba el invierno. Y tú, con él.
Me creí débil y me puse en blanco. Me quedé sin prisas, sin risas y sin cuestionarlo. Me creí débil y me seguí creyendo lo que decían. Me creí inmutable, pero muté. Ahora sé que nunca lo fui, pero creerlo me hizo crecer callando todo lo que ahora no dejo de decir.
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