Paraísos
Cuando aprendamos a quedarnos a pesar de las heridas será
cuando estemos preparados para escapar. Muchas veces decidimos huir sin
arreglarnos por dentro, esperando que en otro lugar vaya mejor. Pero lo que no
entendemos es que nuestros actos y pensamientos no van acorde con nuestro
sitio. Para disfrutar del viaje, primero tenemos que aprender a disfrutar en
nuestro hogar. En el presente. Entendiendo que hemos de vivir con nuestro
pasado, pero que no necesariamente tiene que ser una carga. Y que no podemos manipularlo.
Y recordar que es ahora la única oportunidad que tenemos para poder
modificarnos. El futuro aún nos queda grande. Centrarnos en el presente para
avanzar bien. Y luego despegar. Sólo los cobardes huyen, los valientes vuelan.
Vuelan para vivir más, pero no necesariamente mejor. Porque para eso somos
nosotros los que hemos de cambiar, el lugar es lo de menos.
Centrarnos en lo que se fue y lamentarnos constantemente por
ello, recordar cómo era todo cada día, debilita nuestra forma de ver el mundo,
nos aleja de nuestras metas futuras y nos hace entristecer, enlentecer y hasta
pararnos mientras miles de buenas historias y nuevos fracasos de los que
aprender nos esperan ahí fuera. Lo viejo no siempre es mejor, tendemos a pensar
así porque al echar la vista atrás somos demasiado optimistas, recordamos con
más fuerza lo bueno, pero la realidad es que en todas las épocas de nuestra
vida hay durezas a las que enfrentarnos, así como paraísos en los que
reinventarnos.
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