Cuando aprendamos a quedarnos a pesar de las heridas será cuando estemos preparados para escapar. Muchas veces decidimos huir sin arreglarnos por dentro, esperando que en otro lugar vaya mejor. Pero lo que no entendemos es que nuestros actos y pensamientos no van acorde con nuestro sitio. Para disfrutar del viaje, primero tenemos que aprender a disfrutar en nuestro hogar. En el presente. Entendiendo que hemos de vivir con nuestro pasado, pero que no necesariamente tiene que ser una carga. Y que no podemos manipularlo. Y recordar que es ahora la única oportunidad que tenemos para poder modificarnos. El futuro aún nos queda grande. Centrarnos en el presente para avanzar bien. Y luego despegar. Sólo los cobardes huyen, los valientes vuelan. Vuelan para vivir más, pero no necesariamente mejor. Porque para eso somos nosotros los que hemos de cambiar, el lugar es lo de menos. Centrarnos en lo que se fue y lamentarnos constantemente por ello, recordar cómo era todo cada día, debilita nues